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Una leyenda costumbrista de Bécquer : La venta de los gatos
Las leyendas son una forma de narración tipicamente de tradición oral,
cuentos de hechos en los cuales la realidad y la verdad se mezclan con
elementos imaginarios y fantásticos y que, generalmente, se transmiten de
generación en generación: por eso, la trasmisión oral ha ido modificando las
leyendas con el paso del tiempo. Las leyendas se desarrollaron sobretodo en
Las leyendas de Bécquer incluyen veintiocho relatos que giran entorno a los temas típicos del Romanticismo: en unas predomina el misterio, el amor imposible unido a la búsqueda de la mujer ideal y la presencia de lo sobrenatural como fuerza inexplicable que sumete la voluntad (El rayo de luna, Los ojos verdes, La corza blanca) mientras que en otras predomina lo religioso o lo exótico (La cruz del Diablo, La creación).
Además hay también una leyenda de carácter costumbrista, La venta de los gatos, escrita en 1862, en la cual los temas fundamentales son la muerte y el fatalismo.
El Costumbrismo es un género literario, surgido en España en la primera mitad del siglo XIX, que se caracteriza por el retrato de costumbres y de personajes típicos de un país y de una época; es la manifestación más importante de la prosa romántica española que constituye un apreciable documento social y servirá de base para la futura novela realista. Entre los aspectos más distintivos de este género están la fuerte caracterización de los personajes, la contemporaneidad de los hechos tratados, la reproducción detallada y objetiva, casi fotográfica, de la realidad, sin omitir los elementos más desagradables, el interés por lo folclórico y por las escenas pintorescas y el empleo de un lenguaje cotidiano, adecuado a la realidad representada. La figura cumbre de la literatura costumbrista es el escritor Mariano José de Larra, el cual, a través de sus árticulos periodísticos de carácter vario, quería evidenciar y someter a crítica y sátira todo lo que impedía el progreso (Un reo de muerte, El castellano viejo).
La venta de los gatos es una leyenda Sevillana; es la historia de un hombre que recuerda un episodio particular de su vida, ocurrido diez o doce años antes. En una tarde templada y serena, él llegó al ventorillo más neto y característico de todos los ventorillos andaluces[1], animado por muchas personas alegres que cantaban, bailaban y reian. El hombre estaba allí como fuera de su centro natural y por eso, no queriendo llamar la atención, se sentó cerca de la puerta de la venta y tomó algo a beber antes de sacar un papel y un lápiz para dibujar una imagen característica y conservarla como un recuerdo. Su mirada se fijó en una muchacha morena y muy hermosa que se llamaba Amparo. Cuando él terminó su obra, el hijo del ventero se le acercó y le pidió la pintura diciendo que en cambio le habría dado todo lo que podía darle en su pobreza; entonces el protagonista sacó el papel de su cartera y se lo alargó sin decir una palabra y hablando con él, se dió cuenta del fuerte amor del joven para Amparo, la chica que se había criado en su casa desde muy pequeñita porque no se sabía quiénes eran sus padres.
Pasaron muchos años desde cuando el protagonista abandonó Sevilla pero cuando volvió, encontró una ciudad muy diferente de la que había dejado: faltaban los tonos calurosos y armónicos, el paisaje era monótono, las figuras negras y aisladas y había un sentido de tristeza. A cien pasos de la venta habían construido el nuevo cementerio y la venta misma estaba ruinosa, abandonada y triste. El protagonista entró en una conversación tirada con el ventero, el mismo de diez años antes, el cual le contó que Amparo se la llevó su verdadero padre, un señor muy rico que trabajó con la justicia para arrancársela. Una maledición cayó sobre la venta, toda la alegría se acabó y la última vez que vieron a la chica fue durante su entierro, muerta. Después el joven se volvió loco y empezó a pasar los días encerrados en una de las habitaciones de la venta, contemplando el retrato de Amparo, sin llorar, sin pronunciar palabras, sin abrir sus labios más que para cantar una copla sencilla, simple y llena de dolor:
El carrito de los muertos
pasó por aquí,
como llevaba la manita fuera
yo la conocí.
Gustavo Adolfo Bécquer 1836-1870
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